A partir de la lectura de un cuento de Galeano la propuesta era que cada uno, alumnos y maestros, se dibujaran según la clase de fuego que cada uno cree ser.
También se tomaron nota de los primeros acuerdos de convivencia.
EL MUNDO
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó.
Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Los alumnos han trabajado demostrando su entusiasmo, generando nuevos vínculos y estableciendo relaciones en conjunto.
ResponderEliminarEl trabajo fue muy rico.
En líneas generales, los alumnos manifestaron que cada sujeto tiene su propio fueguito...su identidad propia...